Juan Martín Del Potro ganó hoy el partido más importante de su vida. Así lo ratificó con sus propias palabras con una mezcla de timidez y emoción en el ardiente cemento de Nueva York, que vio como el tandilense aplastó a un gigante como Rafael Nadal con un inobjetable triple 6-2. Claro, su vertiginosa carrera hizo que la relevancia de este partido pueda ser rápidamente sobrepasada por la final de mañana, esa que 32 años después (Vilas campeón en el 77) volverá a tener presencia argentina.
En la definición de mañana se las verá con el suizo Roger Federer, quien volvió a jugar un impecable partido y derrotó al serbio Novak Djokovic con parciales de 7-6, 7-5 y 7-5. En una especie de homenaje por el regreso de un argentino a la final del último major del año, el número uno dibujó una extraordinaria e imperdible Gran Willy en el último game, que terminó por desatar la locura del público.
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